martes, 31 de julio de 2007

Pinocho


Hace 53 años, tal día como hoy, un muchacho bueno de Zárate consolidaba su ascenso en la Fórmula Uno. Era día de prácticas en Nurburgring, y había salido a mejorar los tiempos del día anterior. Como capitán del equipo Maserati no podía dejar que el joven Stirling Moss con un auto similar al suyo, pero privado, se le acercase en la clasífica. Todo estaba a su favor, por primera –y única vez en la historia- tres argentinos eran los número uno en los tres equipos punteros. Estaban Fangio y Froilán González en Mercedes Benz y Ferrari, respectivamente. Sus amigos, sus maestros. Precisamente la noche anterior Fangio le había ofrecido llevarlo a su rueda durante varias vueltas para que aprendiera las trayectorias y conociera los secretos del circuito. Mejor guía no podía tener. Pero no pudo sucumbir a la tentación de hacerlo por si mismo y no esperó a su guía. Tal vez pensando en su padre, en sus amigos de Cosquín, en los suyos partió buscando el tiempo. A lo mejor hasta tuvo tiempo de imaginar un titular “Onofre Marimón Primero en Nurburgring”. Una curva, un error, cuarta en lugar de tercera y el intento de vuelta rápida se hizo eterno. Un cura- aparecido de la nada- y algunos pocos testigos estuvieron a su lado en sus últimos segundos sobre la Tierra.
Cincuenta y tres años atrás se iniciaba la cuenta de los mártires de la Fórmula Uno.

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